lunes, 25 de agosto de 2014

Un hasta luego, con una reflexión sobre la pobreza.


Tras más de 2 felices años conviviendo con mis amigos de La Palmilla, ha llegado el momento de dar un paso al lado y trasladar mi domicilio.

Seguro que Er Banco Güeno continuará su actividad como viene haciendo desde hace casi dos años, dando de desayunar comer y cenar a más de 400 personas al día. Sin su labor, mucha gente sufriría sin medida. Gracias a las voluntarias, a los colectivos que nos han ayudado, a las familias del barrio, a Chule, a Ramón, Chico, Conchi, Ana... A todas ( también los cientos que no menciono) Gracias. 

También dar las gracias a las personas con las que he compartido mesa (sin mantel) y con los que hemos podido colaborar en resolver sus problemas. Quiero también pedir perdón por los errores que he cometido, por mis enfados y mi temperamento, por aquellas personas a las que no hemos podido llegar, lo siento.

No quiero irme sin hacer una reflexión sobre la pobreza. Todo el mundo odia la pobreza. La consideramos como si fuera una enfermedad que se transmite de madres a hijos. Apartamos a las personas que la sufren. Las alejamos en barrios aislados para que no se mezclen con la gente "sana". Así tampoco molestan su malas consciencias.

La inmensa mayoría de las personas precarias, no tienen culpa de su situación. Mientras algunos niños se críen en las calles y otros en los colegios privados, con todos los recursos a su alcance, la "Igualdad" de oportunidades será sólo un palabra escrita en el papel mojado de nuestra Constitución. Y lo dice  una persona que tuvo la suerte de que sus padres le pagaran los estudios. Pero la obligación de toda persona, es ver la realidad tal y como es, y no como nos convendría que fuera.

La solución no es subvencionar la desigualdad. Me recuerda a una suerte de sedación. La igualdad de oportunidades no existe y su ausencia arrastra a la mayoría de la población a la trampa de la pobreza, de la que es imposible salir. La pobreza angustia, reduce tus posibilidades, te lleva a cometer decisiones equivocadas, que te salvan la cena, y comprometen el desayuno... es algo que ninguno de nuestros "políticos" puede entender. Para ellos somos ganado al que pastorear y del que beneficiarse. 



Seguiré luchando contra la pobreza, aun con el convencimiento de que es una lucha eterna, puesto que, al final, es un problema de naturaleza humana. Es duro, sobre todo cuando no se comprende que algunas personas sufrimos con el dolor de los demás. Y no es que queramos más a unos u otros, es que hay personas que nos necesitan más que otras. Quien no siente empatía por sus semejantes vive una vida sin sentido.  La solución para la desigualdad pasa por todos, en nuestras relaciones, donde reproducimos roles anacrónicos asignados hace miles de años al hombre y a a la mujer, que convierten a la historia de la humanidad, en la historia de la dominación de la mitad las personas fuertes sobre la otra mitad, hasta ahora indefensas. Pero la historia está cambiando, y muy deprisa. 

Por último, La Palma-Palmilla. Es un barrio maravilloso. Existen muchas leyendas urbanas completamente falsas, que se arrastran desde los años 80, cuando la heroina arrasó el barrio. Pero esos tiempos pasaron. No se puede decir ya que exista un problema de salud pública ni de seguridad en el barrio. Los ricos, políticos, personas influyentes, no vienen a comprar coca al barrio, aunque algún miserable al enterarse de que vives en La Palmilla lo primero que te pide unos gramitos... para irse de fiesta... mientras en público se dan golpes en el pecho pregonando a los cuatro vientos lo honrados y honestos y buenos gestores que son. Su puta madre. 

No hay ningún motivo en particular para mi marcha de La Palmilla. Vine a vivir un año, llevo más de dos, y si fuera por mi muchos años más me quedaría, pero hay otros proyectos y con toda la pena de mi alma, llegó el momento de decir adiós. Gracias a todos 

¡¡ He aprendido tanto!!! ¡He querío tanto! que no sé cómo despedirme ni cuanto le debo al barrio. 



Gracias

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