domingo, 24 de junio de 2012

Objetivo: Asustar y dividir ( las payasadas de la policía)


Seis jóvenes fueron ayer detenidos, acusados de paralizar el Metro de Madrid, en protesta por la subida del 50% del precio del transporte público tan importante para el ejercicio de otros derechos, como la Educación o el Trabajo.

La policía desplegó un dispositivo propio de la detención de un grupo terrorista, cuando hace unos días fueron detenidas dos personas acusadas de los mismos hechos, y fueron puestas en libertad con cargos a las pocas horas. ¿ Por qué actuó la policía de esta forma?

Es evidente que su intención es asustar a los jóvenes que están protestando legítimamente por la crueldad con la que les están condenando a un futuro de miseria y precariedad.

La policía no sólo está perdiendo la legitimidad de la que nace su autoridad, sino que está actuado de forma ilegal. Las detenciones espectaculares, entrando a golpes en un domicilio, gravando a las personas que se encuentran en el inmueble sólo es justificable cuando se espera encontrar a las personas delinquiendo, o dada su peligrosidad es posible que se resistan, o que existan pruebas de sus delitos que puedan ser destruidas.

No es que lo diga yo, lo dice la Constitución española, consagrando el principio de proporcionalidad ( Sentencias del Tribunal Constitucional 22/1981 y 34/1981 entre muchas otras) El Constitucional utiliza este principio como sinónimo de "ponderación necesaria de derechos y libertades fundamentales en conflicto, o de los bienes constitucionales en presencia"

El mencionado principio de proporcionalidad tiene una importancia especial puesto que deriva directamente del Principio de Justicia ( STC 173/1995 ) y de la prohibición de arbitrariedad de los poderes públicos ( STC 6/1998 y STC 50/1995). El Tribunal Constitucional sólo permite estas actuaciones policiales cuando se dan las siguientes circunstancias:

1.- Necesidad absoluta de la actuación.

2.- Idoneidad de la forma en la que va a realizarse.

3.- Sino cabe más remedio, debe ser proporcionada en sentido estricto.

Lógicamente, esto tiene su reflejo en las normas que rigen la actuación policial, de forma que la Orden del Ministerio del Interior de 30 de septiembre de 1981. establece que:
En el ejercicio de su actuación profesional, los miembros de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado actuarán siempre con la necesaria decisión, sujetándose al empleo de aquellos medios de disuasión y defensa que fueran adecuados y proporcionados al alcance de la perturbación o daño producido, procurando, en cualquier caso, no hacer uso de la fuerza mas allá de lo razonable y necesario para cumplir su cometido y evitar el daño a las personas o las cosas.

Pero ni siquiera esta es la única ley que incumple la policía, también está obligada al Principio de intervención mínima, por el cual el estado debe reducir al mínimo ( y aspirar a anular) la violencia punitiva del Estado. Por último también cercenan el principio de transcendencia mínima y el de menor lesividad.





Los mandos policías creen que asustando a los jóvenes reprimirán sus protestas, y no se dan cuenta que con este tipo de actuaciones aumenta la solidaridad entre los indignados y legitima las acciones de objeción de conciencia e insumisión a las leyes injustas.

La autoridad de la policía nace de la legitimidad de su función: Velar por la seguridad de sus conciudadanos. Pero seguridad no es poder llegar a tiempo al trabajo. Seguridad es saber que el Estado te defiende de los poderosos, que las personas que has elegido plasman tu voluntad en leyes como expresión de la voluntad popular, o que si estás indefenso, habrá una mano humana que te ayude.

Los políticos se han convertido en la voz de su amo, el poder económico, y la policía en el brazo ejecutor de sus designios, y eso es intolerable. Si estos jóvenes han cometido algún delito, hubiera bastado con llamarles para que acudieran a la Policía, y hacer un montaje simulando detener terroristas, cuando de jóvenes idealistas se trata lo único que consigue es que la población desconfíe más y más de sus actuaciones, que no tienen la legitimidad que les otorga la autoridad, y por tanto el uso de la fuerza como último recurso. Todo esto me recuerda a la detención de 2 adolescentes acusados de pertenecer a Anonymous, con rueda de prensa, e imágenes de caretas de comics como si de peligrosas armas se tratara. Esto supera el montaje para convertirse en una payasada. 

Por último, tenemos a la Subdelegada de Gobierno de Madrid, Cristina Cifuentes, desarrollando su estrategia: Dividir a quienes ellos creen que son “ el enemigo” (no lo digo yo, lo dijo el Comisario Jefe, recientemente ascendido) Si algún compañero a delatado a otro, aunque no esté de acuerdo con su actuación (yo personalmente no estoy de acuerdo con la actuación en el Metro) no es un compañero, es un traidor a su propia causa.

Respeto la función de la policía, porque soy una persona que quiero seguridad para mi, y para mis seres queridos. Pero cuando la policía se excede en el uso de la fuerza, y presume de ello, dejan de ser garantes de la seguridad, para convertirse en verdugos de la Libertad y sicarios de la tiranía económica que nos humilla. 

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