Seis
jóvenes fueron ayer detenidos, acusados de paralizar el Metro de
Madrid, en protesta por la subida del 50% del precio del transporte
público tan importante para el ejercicio de otros derechos, como la
Educación o el Trabajo.
La
policía desplegó un dispositivo propio de la detención de un grupo
terrorista, cuando hace unos días fueron detenidas dos personas
acusadas de los mismos hechos, y fueron puestas en libertad con
cargos a las pocas horas. ¿ Por qué actuó la policía de esta
forma?
Es
evidente que su intención es asustar a los jóvenes que están
protestando legítimamente por la crueldad con la que les están
condenando a un futuro de miseria y precariedad.
La
policía no sólo está perdiendo la legitimidad de la que nace su
autoridad, sino que está actuado de forma ilegal. Las detenciones
espectaculares, entrando a golpes en un domicilio, gravando a las
personas que se encuentran en el inmueble sólo es justificable
cuando se espera encontrar a las personas delinquiendo, o dada su
peligrosidad es posible que se resistan, o que existan pruebas de sus
delitos que puedan ser destruidas.
No
es que lo diga yo, lo dice la Constitución española, consagrando el
principio de proporcionalidad ( Sentencias del
Tribunal Constitucional 22/1981 y 34/1981 entre muchas otras) El
Constitucional
utiliza este principio como sinónimo de "ponderación
necesaria de derechos y libertades fundamentales en conflicto, o de
los bienes constitucionales en presencia"
El
mencionado principio de proporcionalidad tiene una importancia
especial puesto que deriva directamente del Principio de Justicia (
STC 173/1995 ) y de la prohibición de arbitrariedad de los poderes
públicos ( STC 6/1998 y STC 50/1995). El Tribunal Constitucional
sólo permite estas actuaciones policiales cuando se dan las
siguientes circunstancias:
1.-
Necesidad absoluta de la actuación.
2.-
Idoneidad de la forma en la que va a realizarse.
3.-
Sino cabe más remedio, debe ser proporcionada en sentido estricto.
Lógicamente,
esto tiene su reflejo en las normas que rigen la actuación policial,
de forma que la Orden
del Ministerio del Interior de 30 de septiembre de 1981. establece
que:
En
el ejercicio de su actuación profesional, los miembros de las
Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado actuarán siempre con la
necesaria decisión, sujetándose al empleo de aquellos medios de
disuasión y defensa que fueran adecuados y proporcionados al alcance
de la perturbación o daño producido, procurando, en cualquier caso,
no hacer uso de la fuerza mas allá de lo razonable y necesario para
cumplir su cometido y evitar el daño a las personas o las cosas.
Pero
ni siquiera esta es la única ley que incumple la policía, también
está obligada al Principio de intervención mínima,
por el cual el estado debe reducir al mínimo ( y aspirar a anular)
la violencia punitiva del Estado. Por último también cercenan el
principio de transcendencia mínima y el de menor lesividad.
Los
mandos policías creen que asustando a los jóvenes reprimirán sus
protestas, y no se dan cuenta que con este tipo de actuaciones
aumenta la solidaridad entre los indignados y legitima las acciones
de objeción de conciencia e insumisión a las leyes injustas.
La
autoridad de la policía nace de la legitimidad de su función: Velar
por la seguridad de sus conciudadanos. Pero seguridad no es poder
llegar a tiempo al trabajo. Seguridad es saber que el Estado te
defiende de los poderosos, que las personas que has elegido plasman
tu voluntad en leyes como expresión de la voluntad popular, o que si
estás indefenso, habrá una mano humana que te ayude.
Los
políticos se han convertido en la voz de su amo, el poder económico,
y la policía en el brazo ejecutor de sus designios, y eso es
intolerable. Si estos jóvenes han cometido algún delito, hubiera
bastado con llamarles para que acudieran a la Policía, y hacer un montaje simulando detener terroristas, cuando de jóvenes idealistas
se trata lo único que consigue es que la población desconfíe más
y más de sus actuaciones, que no tienen la legitimidad que les
otorga la autoridad, y por tanto el uso de la fuerza como último
recurso. Todo esto me recuerda a la detención de 2 adolescentes acusados de pertenecer a Anonymous, con rueda de prensa, e imágenes de caretas de comics como si de peligrosas armas se tratara. Esto supera el montaje para convertirse en una payasada.
Por
último, tenemos a la Subdelegada de Gobierno de Madrid, Cristina
Cifuentes, desarrollando su estrategia: Dividir a quienes ellos creen
que son “ el enemigo” (no lo digo yo, lo dijo el Comisario Jefe,
recientemente ascendido) Si algún compañero a delatado a otro,
aunque no esté de acuerdo con su actuación (yo personalmente no
estoy de acuerdo con la actuación en el Metro) no es un compañero,
es un traidor a su propia causa.
Respeto
la función de la policía, porque soy una persona que quiero
seguridad para mi, y para mis seres queridos. Pero cuando la policía
se excede en el uso de la fuerza, y presume de ello, dejan de ser
garantes de la seguridad, para convertirse en verdugos de la Libertad
y sicarios de la tiranía económica que nos humilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario