sábado, 13 de junio de 2009

EL SILENCIO DE LOS CORDEROS


La simple sensación de sentirse vivo me resulta la más maravillosa emoción que puede saborear un ser humano. Y no simplemente por percibir la belleza que nos rodea. Por todas las potencialidades que tiene la vida. La vida puede amar u odiar, puede reír o llorar, puede equivocarse o acertar, puede luchar o rendirse.


La vida es un abanico de potencialidades enorme que nos han regalado, y es nuestra decisión que hacer con su contenido, que llamamos tiempo.




La eterna lucha del ser humano es la lucha entre lo divino y lo salvaje que llevamos dentro. En época de crisis el instinto de supervivencia prevalece sobre valores incluso más humos que el de sobrevivir, el de amar, el de entregarse a la sociedad.


La vida no se desarrolla en una probeta. Se hacen en un entorno, con seres semejantes, con los que nos relacionamos y asociaciones formando una sociedad. El ser humano tiene un cuerpo animal habitado por un alma que nos otorga humanidad. Nos da la posibilidad de crear, de mejorar y regalar a nuestros compañeros una vida para todos mejor.

El ser humano nunca ha vivido aislado. Una característica de los mamíferos es nacer desvalidos y necesitados de sus progenitores para sobrevivir ( otras formas vida nacen completamente operativas) Esta dependencia determina unos parámetros de comportamiento denominados normas sociales.Estas normas sociales constituyen una garantía para la supervivencia del ser humano, y se materializan en el respeto por los mayores o la bondad de comportamiento hacia los miembros de la familia.La familia es el núcleo fundamental de toda sociedad de mamíferos. No obstante, estas normas sociales en algún momento van más allá de la exigencia de supervivencia de la especie y se convierten en complejas normas sociales.


Algunas de estas normas son comunes a todos los mamíferos, por lo que no se puede decir que las normas sociales sean una característica privativamente humana..El grupo de individuos se organiza de la forma más fácil, con el instinto de la obediencia al más fuerte. No siempre, ni en todas las sociedades ha sido así. Algunas se organizaban matriarcalmente, en otras eran los ancianos los que tenían la autoridad para tomar decisiones, era la conocido como gerontocracia. No obstante, estas formas de organizar la sociedad han sido tan escasas como efímeras. Las más prolongadas en el tiempo han sido las basadas en la fuerza, la sociedad feudal, la burguesa, la capitalista. Algunos filósofos propusieron formas alternativas de organizar la sociedad, como el marxismo, la meritocracia o el anarquismo.

Cada forma de organizarse se basa en creencias, valores, que derivan de cómo el ser humano percibe su entorno y como lo explica, se adapta y modifica. La interactuación con el entorno se hace en base a los principios de actuación humanos que antes hemos mencionado y que científicamente llaman ética y religiosamente moral. Para Kant la ética no se fundamenta en las sensibilidades individuales sino en una razón que él considera universal e inmutable.
En virtud de la sensibilidad todos somos diferentes, sólo la razón nos iguala, y ésta es universal. La sensibilidad introduce el elemento irracional. El ser humano es libre cuando se libera de la sensibilidad, cuando se rige por su razón. La verdadera libertad es la que hace al hombre un ser universal que actúa por criterios válidos para todos los demás hombres y no por sus propios criterios egoístas.


La democracia se basa en el poder de la mayoría sobre la minoría, atenuado con el poder capitalista, que provoca un mayor influencia de los más fuertes sobre los débiles. En los momentos de crisis, aumenta el poder de los fuertes en detrimento de los débiles.
En épocas de crisis, cuando la supervivencia de los miembros de la tribu está en peligro, no es extraño observar excesos por parte de aquellos que tienen en su mano el poder de la sociedad. De esta forma, en una sociedad matriarcal, los primeros en sufrir la crisis serían los hombres, en una sociedad.


La sociedad democrática ha reaccionado a través de unos mecanismos que los economistas llaman estabilizadores automáticos, pero no resulta difícil ver, como se debilita día a día la democracia y ganan poder los más fuertes.


Y mientras comienzan a sufrir los débiles, los influyentes jefes elegidos acallan al rebaño de individuos, que en un silencio aterrador, se disponen a sufrir lo peor de la crisis. Callamos como cordero que llevan a matadero.

Que Dios nos ampare, en medio de este atronador silencio de los corderos.

1 comentario:

DEMOFILA dijo...

Tu lo has dicho, que Dios nos amparo, ¿en qué manos estamos? ¿a quien hemos votado?.
La abstención en as elecciones europeas es lógica, estamos decepcionados por la política y por los políticos.
Habría muchas cosas que escribir sobre esto, pero es tarde.
Buenas noches.
Un abrazo
Demofila

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