Todo el mundo es consciente, o debería serlo, del efecto perverso sobre nuestros bolsillos de la corrupción política. Lo que a algunas se le escapa a entender es que la corrupción es también una de las principales causas de la crisis.
La entrada de España en el euro tuvo un efecto inmediato en la economía española. La disponibilidad de capitales a un bajo tipo de interés. Era el momento de fomentar inversiones de tipo productivo que generen valor añadido en la economía española en el medio plazo. Sin embargo, se prefirió apostar por la inversión de tipo especulativo, con la liberalización del suelo, exenciones en el impuesto de sociedades, deducciones para la adquisición de vivienda y el pago de hipotecas, así como una sustancial reducción en el tipo impositivo de las ganancias patrimoniales. El resultado fue un crecimiento económico sin precedentes basado en una frágil burbuja inmobiliaria.
Los Ayuntamientos no fueron ajenos a la espiral especulativa. Fomentaron la construcción a través de convenios y otorgaron licencias forzando claramente la legalidad. El motivo era bien simple, tanto los ingresos municipales como los ingresos de los políticos dependían de la actividad constructora.
El resultado es un traslado de rentas desde los sufridos ciudadanos a los que se les puso una casa en bandeja, y ahora se han convertido en cautivos de la especulación fomentada por políticos e instituciones con intereses, cuanto menos, espurios.
Ahora, la economía debe drenar todo el valor añadido de tipo especulativo que simplemente, ha desaparecido. Y para ello tendrá que ajustarse, siendo el único mecanismo posible el aumento del paro, o una depreciación de facto que supondría la subida del IVA. Tan sólo imaginen como iría nuestra economía si la mitad de lo especulado en el sector inmobiliario, se hubiera dedicado a fortalecer nuestras industrias, y servicios.
2 comentarios:
A estas alturas, casi todo el mundo es consciente del sistema corrupto en que vive pero también existe una cobardía general por solucionar el problema.
La burbuja inmobiliaria nació de los bajísimos tipos de interés ofrecidos por los bancos centrales.
Cualquier medida liberalizadora sólo favorece a la sociedad, pues el caso contrario propicia precisamente la corrupción que conlleva el poder de determinar donde se construye y donde no. La financiación de los Ayuntamientos (y por extensión de algunos corruptos) se basaba en las licencias y recalificaciones.
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