Alfred Hichtcock, Gary Cooper, 1957
No me digan lo que es. Tampoco me lo pregunten, porque no lo sé, pero esta película, simplemente, me vuelve loco. Para mi lo es todo. Es una fiesta elegante, es una persecución constante, es un apuesta de sol, es un amor imposible.
Con North by North West ( traducido al español como “ con la muerte en los talones) Hichtcock comenzó un género que todavía es el de mayor éxito de las películas de cine: El cine Mac Guffin: se trata de la acción constante. Lo importante es la acción, la interpretación y los diálogos. La trama pasa a un segundo plano, es una simple excusa para pasar un rato inolvidable.
A título anecdótico diremos que Gary Cooper es confundido con un agente de la CIA en la sede de la ONU donde se le acusa del asesinato de un diplomático. Todos quieren matarle (me suena), y tan sólo una joven y bella espía le ayuda. Vamos, la típica historia de chico conoce chica, chico huye con chica, chica deja chico que lucha y ella le acaba . . . eso compruébenlo Uds. mismos.
Recomiendo la versión inglesa, ni siquiera en los DVD españoles han roto la censura franquista que evitó la escena donde los dos protagonistas, Gary Cooper y Eva Saint Marie ( Oh diosa) se besan apasionadamente en el compartimento del tren . . .
Asimismo la censura atacó a los interesantes diálogos del tren cuando la Eve Sint Marie dice “ Nuca hago el amor con es estómago vacío”, la censura española lo cambió por “ Nunca discuto de amor con el estómago vacío”. Como si el tocino tuviera algo que ver con la velocidad. . . .
El inteligente y sensual diálogo ha sido burdamente copiado en la última ( ojalá ) versión de James Bond, que no le llega ni a la suela de los zapatos ni a Gary Cooper ni a Eva Saint Marie la más bella e irresistible espía que ha dado el cine. Y quien lo dude, me tendrá en frente . . .
Y si, lo reconozco cuando fui a visitar el Monte Rushmore donde se gravó el rostro de los cinco primero presidentes de los Estados Unidos, éstos me importaban un comino. Y me lo siguen importando. Yo peregrinaba reverente al lugar donde, por fin, se unió para siempre el destino entre el amor y la ventura.
No me digan lo que es. Tampoco me lo pregunten, porque no lo sé, pero esta película, simplemente, me vuelve loco. Para mi lo es todo. Es una fiesta elegante, es una persecución constante, es un apuesta de sol, es un amor imposible.
Con North by North West ( traducido al español como “ con la muerte en los talones) Hichtcock comenzó un género que todavía es el de mayor éxito de las películas de cine: El cine Mac Guffin: se trata de la acción constante. Lo importante es la acción, la interpretación y los diálogos. La trama pasa a un segundo plano, es una simple excusa para pasar un rato inolvidable.
A título anecdótico diremos que Gary Cooper es confundido con un agente de la CIA en la sede de la ONU donde se le acusa del asesinato de un diplomático. Todos quieren matarle (me suena), y tan sólo una joven y bella espía le ayuda. Vamos, la típica historia de chico conoce chica, chico huye con chica, chica deja chico que lucha y ella le acaba . . . eso compruébenlo Uds. mismos.
Recomiendo la versión inglesa, ni siquiera en los DVD españoles han roto la censura franquista que evitó la escena donde los dos protagonistas, Gary Cooper y Eva Saint Marie ( Oh diosa) se besan apasionadamente en el compartimento del tren . . .
Asimismo la censura atacó a los interesantes diálogos del tren cuando la Eve Sint Marie dice “ Nuca hago el amor con es estómago vacío”, la censura española lo cambió por “ Nunca discuto de amor con el estómago vacío”. Como si el tocino tuviera algo que ver con la velocidad. . . .
El inteligente y sensual diálogo ha sido burdamente copiado en la última ( ojalá ) versión de James Bond, que no le llega ni a la suela de los zapatos ni a Gary Cooper ni a Eva Saint Marie la más bella e irresistible espía que ha dado el cine. Y quien lo dude, me tendrá en frente . . .
Y si, lo reconozco cuando fui a visitar el Monte Rushmore donde se gravó el rostro de los cinco primero presidentes de los Estados Unidos, éstos me importaban un comino. Y me lo siguen importando. Yo peregrinaba reverente al lugar donde, por fin, se unió para siempre el destino entre el amor y la ventura.
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