sábado, 19 de octubre de 2013

El gilismo que no muere

Lo más llamativo de la sentencia malaya fue la cara de satisfacción de los condenados (de los absueltos, ni te cuento) al comprobar como se hacía realidad la profecía de Julián Muñoz “ Al final, con un buen abogado, no pasa nada”. La indignación ha recorrido a los marbellíes y personas de bien, que ven como delinquir en este país es rentable.

Y es que si falla la Justicia, este sistema quiebra, porque las personas que conformamos la sociedad no estamos dispuestos sufrir la pobreza mientras otros se enriquecen a costa de nuestra miseria, y además salen impunes.

El Ayuntamiento de Marbella no recurre. Dice Muñoz (Ángeles) que es para recuperar rápidamente el dinero. Miente. Lo hace con mucha frecuencia, y tan sólo le delata el acento cordobés que pone subconscientemente al mentir.

Desde el fiscal a las acusaciones particulares han recurrido la sentencia, de forma que el recurso municipal sería irrelevante en cuanto a la ejecución provisional de la sentencia, en cuanto a la ejecución de las multas y el retorno del dinero robado a los marbellíes.

Dice Muñoz que lleva 7 años pidiendo la reforma de la Ley de Comisos del Estado para que el dinero vuelva al municipio. Miente. Entonces pidió una reforma retroactiva del código penal, una aberración jurídica, cuyo único propósito era aparecer ante la ciudadanía como adalid de la honradez y la recuperación del patrimonio esquilmado.

Lo más preocupante de la sentencia Malaya es la cantidad de delitos de blanqueo de capitales impunes “por falta de recursos para probarlos” según el juez. Es decir, que como hay recortes, los especuladores criminales que causaron la debacle económica se van de rositas. Éste es el motivo por el cual el Ayuntamiento de Marbella no recurre la sentencia.  Cuando le preguntan a la alcaldesa de Marbella sobre su opinión por la falta de castigo de estos delitos responde “Lo que ha ocurrido en el ayuntamiento hay que entenderlo

Pues mira, yo no lo entiendo. A no ser que el Ayuntamiento continúe haciendo negocio con los mismos empresarios, hallados “no culpables” que no pueden alegar ser víctimas de los corruptos, puesto que la situación se repetía una y otra vez, a iniciativa empresarial Si los políticos que moran el Ayuntamiento de Mabella siguen haciéndose “el sueco”, es posible que acaben en Suecia; amigos no les faltarán.

La corrupción sigue campando por las Administraciones Públicas españolas, aunque ahora no se disfraza de promotor inmobiliario, se disfraza de adjudicatario de obra pública, de cargos de confianza, de convenios… En los próximos meses veremos privatizaciones, para beneficiar a unos pocos amigos, perpetuando la miseria de la inmensa mayoría. Se trata de ver hasta cuando aguantamos.


El gilismo fue una forma de hacer política que no ha desaparecido. El despotismo cateto con el que nos chulean nuestros los partidos políticos, resulta tan patético como caduco. Su tiempo llega a su fin. Y demasiado tiempo han durado. 

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