viernes, 22 de junio de 2012

En España se tortura a los pobres mientras tu miras a otro lado


En España se trata de forma indigna a los inmigrantes que son detenidos, encerrados, y en ocasiones torturados. No porque sean inmigrantes, sino porque son pobres. Y en España molesta la pobreza. La mejor forma de deshacerse de ella es ... mirar hacia otra parte. No mires a otra parte. Porque te puede pasar a ti. Porque no es humano. Las autoridades que permiten esta situación, desde el Comisiario General de Extranjería, pasando por los jueces competentes en los CIE, y las Instituciones nacionales e internacionales que deben velar por el cumplimiento de los Derechos Humanos en España son culpables, por acción y omisión, de las torturas que, ahora mismo, se están produciendo en España, año 2012.

¿ Qué puede llevar a un persona a encerrar a otra inocente? Si lo pensamos bien, denota una falta de humanidad manifestada en una crueldad intolerable.

Privar a una persona de su vida, sólo puede considerar como un último recurso, basado en la legítima defensa y la necesidad de integrar a todas las personas en la sociedad. La malagueña María Zambrano abordó al reforma de sistema penitenciario bajo esta premisa, y con el afán de que las cárceles dejen algún día de existir. Si esto último muchas personas, movidas por el miedo unas, y por la crueldad otras, no lo comprenden, es lógico que no entiendan por qué es injustificable encerrar a nadie por el simple hecho de que emigre de su tierra, que se aleje de sus seres queridos, que se adentre en lo desconocido, con la simple “ambición” de sobrevivir, de que exista un mañana, por muy duro que sea.
Conocí por primera vez el Centro de Internamiento de Málaga fue con motivo del apresamiento de una joven de origen chino obligada a prostituirse. Semanalmente, a la hora de recaudar, le daban una paliza para recordarle que debía seguir siendo “productiva”. Avisada la Policía, en lugar de activar el protocolo de víctimas de trata de blancas, la encerraron para echarla de España. Secuestrada, prostituida, maltratada, y ahora encerrada por aquellos que tienen la obligación de defender al débil frente al fuerte. Apercibí a los agentes que no sólo podían cometer un delito de prevaricación (decisión injusta a sabiendas) sino el de omisión del deber de socorro. Encontrar a una mafia china y mirar hacia otro lado, no es “propio” de un buen policía.

Por aquel entonces ejercía de periodista, por lo que no había pagado las cuotas del Colegio de Abogados, lo que fue aprovechado por el entonces comisario de Marbella, hoy comisario de Extranjería de Andalucía Occidental, para intentar imputarme un delito de “intrusismo”. Los policías se emplearon a fondo al interrogarme, tratando de colocarme cualquier delito con el único fin de tapar su falta de profesionalidad, y humanidad. Por cierto, Xinn ( aunque le gustaba que la llamaran Eco) desapareció (…)

El CIE de Málaga se ganó a pulso la fama de ser el lugar de la península ibérica donde menos se respetaban los Derechos Humanos. Desde violaciones de internas, pasando por suicidios y deportaciones masivas. Han sido tantas las barbaridades que han tenido que sufrir todos los que han sido encerrados, sin haber cometido ningún delito, que produce mucho dolor reproducirlas. Cientos de personas y organizaciones e han volcado desde su inauguración en 1991 en intentar cerrar este ruinoso monumento a la crueldad humana.

Ya está cerrado, pero quedan muchos CIEs por cerrar. Así que aunque parezca paradójico, no puedo estar contento. Se han interpuesto denuncias ante Naciones Unidas por violación de Derechos Humanos: http://bit.ly/xaeWbo ante la Comisión Europea de Prevención de la Tortura y Tratos degradantes http://bit.ly/MChV7J

Tanto el “Alto” comisionado de Naciones Unidas para los Derechos Humanos en Europa como la Comisión Europea de Prevención de la Tortura y Tratos degradantes deben dimitir. Porque conocían la tortura, e incumplieron su deber de denunciarla. Son cómplices del sufrimiento de miles de seres humanos, y no merecen seguir ocupando sus cómodos despachos en Ginebra y Estrasburgo. Porque ellos son los últimos verdugos, y son indignos de proclamarse defensores de lo Derechos Humanos.

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