domingo, 25 de enero de 2009

EL HOMBRE SOCIAL Y LA ÉTICA INDIVIDUAL

El ser humano nunca ha vivido aislado. Una característica de los mamíferos es nacer desvalidos y necesitados de sus progenitores para sobrevivir. Esta dependencia determina unos parámetros de comportamiento denominados normas sociales.

Estas normas sociales constituyen una garantía para la supervivencia de la especie, y se materializan en el respeto por los mayores o la bondad de comportamiento hacia los miembros de la familia.

La familia es el núcleo fundamental de toda sociedad de mamíferos. No obstante, estas normas sociales en algún momento van más allá de la exigencia de supervivencia de la especie y se convierten en complejas normas sociales.

Algunas de estas normas son comunes a todos los mamíferos, por lo que no se puede decir que las normas sociales sean una característica privativamente humana..

Por instinto se entiende "impulso, instigación, fuerza que apunta a un fin vital y que, al menos en parte, está causada por una necesidad interna o no aprendida"

Para Kant la ética no se fundamenta en las sensibilidades individuales sino en una razón que él considera universal e inmutable. En virtud de la sensibilidad todos somos diferentes, sólo la razón nos iguala, y ésta es universal. La sensibilidad introduce el elemento irracional. El ser humano es libre cuando se libera de la sensibilidad, cuando se rige por su razón. La verdadera libertad es la que hace al hombre un ser universal (razón práctica) que actua por criterios válidos para todos los demás hombres y no por sus propios criterios egoístas.

En nosotros el instinto no determina. Podemos decir que nos condiciona, pero así como en el animal para un estímulo x no hay mas que un número muy limitado de respuestas, nosotros tenemos que determinar la respuesta. Es aquí cuando surgen las posibilidades, cuando al enfrentarnos a las cosas como realidades, no como meros estímulos, tenemos que determinar las respuestas, ajustarnos al medio dando preferencia a una de las múltiples posibilidades que se nos brindan. El animal responde, el ser humano se hace cargo de toda la situación y, con este hacerse cargo, crea las posibilidades

Por esto, a la vez que estamos afirmando que hay que deslogificar la inteligencia (cuando decimos que la inteligencia no es sólo lógica sino que es sentiente y que las morales idealistas no lo toman en cuenta) estamos, al mismo tiempo, afirmando que no se puede establecer un criterio único y absoluto de moralidad, válido para todas las personas y para todos los tiempos, ni tampoco un determinado tipo de verificación. Es nuestra experiencia la que nos va ratificando o desmintiendo si nuestros esbozos morales son o no adecuados.

Se trata siempre de una libertad concreta, que nunca se presenta en abstracto porque el ser humano está condicionado (aunque no determinado) por muchos aspectos (biológicos, históricos, culturales, etc.). En este sentido, diremos que la libertad no es nunca indeterminación, sino autodeterminación del ser humano a partir de unas circunstancias concretas y con miras a unas ciertas posibilidades7. Por eso los problemas morales no son nunca cuestión de elección o de preferencia en abstracto, sino de discernimiento y deliberación sobre lo real posible en un momento y en unas circunstancias dadas. Cuando el ser humano delibera para decidir qué opción es preferible se está planteando una pregunta ética.

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