miércoles, 19 de agosto de 2015

La suave pendiente hacia las dos Españas.

Mientras la economía de España remonta, no parece que esta mejoría, que se aprecia desde hace 1 año, este mejorando sustancialmente el clima de crispación y polarización social existente.
La mejora de las cifras macro no se transmite a los factores fundamentales del bienestar de las personas que habitamos este país, como empleo, bienestar e igualdad.
Precisamente la falta de igualdad entre los más desfavorecidos ( jóvenes, desempleados y trabajadores precarios) y las clases acomodadas están provocando una crispación social, cuya respuesta es el odio por parte de las clases dirigentes ( dígase casta) hacia aquellos que han puesto de manifiesto la injusticia de privilegios injustos frente a las situaciones de angustiosa necesidad que viven muchas familias.
Este odio recíproco, es el que más me preocupa, puesto que despierta del debate de las dos Españas, que tanto daño ha hecho a este país. Conozco a muchas personas que, por el simple hecho de manifestar tu apoyo a un partido u otro ( me da igual que sea Podemos o el Partido Popular) te juran odio eterno. Y ni siquiera te conocen.

Este odio injustificado, lo único que genera es más odio por parte de la persona injustamente tratada (yo no puedo comprender la discriminación ideológica, es tan estúpida como soberbia) Si sumamos los odios agregados, atizados por los medios de comunicación que viven de la polémica, puede acabar con la convivencia de nuestra sociedad y desde luego está haciendo añicos la cohesión social.
Por eso me he decidido a escribir estas líneas, para pedirle a las personas que quieran escucharse a si mismas que no odien a nadie por las ideas que tengan, siempre que respeten los Derechos Humanos. Sean azules, morados, rojos o transparentes.
Respetar las ideas de los demás es la primero que recuerdo que me enseñaron y lo primero que parece que se nos ha olvidado. Podemos ( y debemos ) discutir sobre la viabilidad del estado de bienestar, la equidad en la distribución de la renta o la organización política de nuestra sociedad, e incluso de los derechos de animales y plantas.
Pero matarnos a garrotazos porque uno sea morado y el otro sea rojo, con todos mis respetos, me parece una estupidez en la que este país siempre acaba cayendo, para nuestra eterna desgracia.
Aunque no hay mal que mil años dure, ni país que lo resista.

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