miércoles, 1 de agosto de 2012

El nuevo contrato social: Ya no hay trato


La democracia participativa es aquella donde los gobiernos consultan a sus ciudadanos las decisiones que afectan a todos es un estadio superior a nuestra vieja y obsoleta democracia representativa. Los países más avanzados del mundo la vienen practicando desde hace años.

Para vivir en sociedad, las personas ya no tienen por qué perder parte de su libertad y depositarla en unos políticos que, vestidos con piel de cordero, son los auténticos tiranos que parasitan a las personas que debían servir. El viejo contrato social ya no sirve. Hace falta un nuevo contrato digital. Y este es nuestro trato: No hay trato.

Las nuevas tecnologías han permitido que estas consultas no tengan que ser a través de costosos y lentos referéndum, acercando las decisiones de los gobiernos a los ciudadanos. La firma digital permite a los ciudadanos votar a favor o en contra de una decisión con la certeza que su voto no será alterado.
No parece lejano el día en el que los ciudadanos decidamos directamente sobre los asuntos comunes, siendo estos ejecutados por funcionarios que tan sólo tienen que obedecer la voluntad de los ciudadanos soberanos.

Mientras ese día llega, los partidos políticos constituyen el cauce de participación de los ciudadanos en la democracia. Los ciudadanos eligen unos represenantes que se convierten en depositarios de la soberanía popular. Éstos deben aprobar las leyes, que consecuentemente son expresiones de la voluntad popular.


No obstante cuando contemplamos con pavor como los “representantes” aprueban normas que aborrecen sus traicionados votantes. Los políticos se han convertido en secuestradores de la soberanía popular, obedeciendo a espurios intereses económicos. Pero existe una forma de liberar el sistema:



Imaginemos una sociedad donde todas las personas sean ciudadanos, sin importar su procedencia, nivel de vida o creencias. Y todos importen por igual. 

Imaginemos la política como simple instrumento para transmitir  la voluntad de sus votantes a las instituciones.



Imaginemos un gobierno transparente que publique los datos que necesitan los ciudadanos para tomar decisiones importantes y las votan democráticamente.

Imaginemos un gobernante  cuya única misión sea trasladar la información a sus representados y ejecutar las decisiones que ellos mismos tomen



Deja de imaginarlo, y hazlo realidad.

P.D Escribí este pensamiento hace más de 2 años, pero sigue tristemente vigente... 

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