jueves, 6 de enero de 2011

En el día del periodista: Trabaja o revienta

La precariedad en los medios de comunicación es un tema tabú.. El periodista es un profesional que se encuentra al borde de la mendicidad. 


 La asociación de la prensa de Cádiz realizó una encuesta hace 2 años según la cual apenas la mitad de los periodistas con trabajo con un contrato fijo. El resto de relaciones laborales se enmascaran en temporales, autónomos y en prácticas. Todos conocemos los casos de compañeros que tienen que cubrir tres actos diarios y escribir otros tantos artículos para no poder pagar ni la mitad de la hipoteca.

Desde el punto de vista del derecho laboral, esto es un auténtico abuso. En primer lugar porque los temporales deberían ser aquellos contratos para una corta temporada, y no una fórmula para tener a una persona hasta 3 años sin necesidad de pagarle el despido.

El tema de los becarios supera el fraude de ley, para entrar de lleno en la ilegalidad. Según el Estatuto de los Trabajadores (que a pesar de que algunos crean que para los periodistas se aplica la Convención de Ginebra, es de obligado cumplimiento) establece que los contratos laborales son los que cuentan con tres características: dependencia, alteridad y ajeniedad; es decir, seguir órdenes dentro de una organización para la que se trabaja.

Resulta paradigmáticas las agencias de prensa (algunas con capital público) que contratan a sus empleados pagándoles apenas 7 euros el artículo, sin darles de alta en la Seguridad Social. En estos casos, no sólo estamos ante un fragrante delito, sino ante varios. Fraude a la seguridad Social, delito contra los derechos de los trabajadores, evasión fiscal, falsedad en documento privado etc. Mientras, reciben millonarias subvenciones a cambio de transmitir una percepción interesada de la realidad. Y en esto si que son profesionales, lo hacen de tal forma que el ciudadano no se entera. Le embriagan con sus argumentos aparentemente racionales y objetivos, que tan sólo esconden el engaño y la connivencia editorial con el poder político, conveniente enmascarada en "línea editorial"

Numerosas han sido las organizaciones que han denunciado esta situación, y ninguno el remedio que se le ha dado. Los medios de comunicación son poderosos instrumentos que se favorecen de suculentas prebendas “colaterales”; mientras los empleados malviven en la precariedad.


Lógicamente, el primer drama es el paro. Para combatirlo bastaría con regular el acceso a la profesión de una forma racional. El intrusismo resulta inevitable, en una profesión donde “dar el pego” es fácil, aunque ser un buen profesional sea realmente difícil. Todos hemos escuchado alguna vez que si se promoviera un Colegio Profesional que acreditara a los profesionales de la información (no sólo los licenciados en periodismo, también aquellas personas con experiencia y formación), esto protegería a los profesionales del sector.



Y no me refiero a restricciones a las fuentes de información ( notas y ruedas de prensa etc) Lógicamente, sino a la necesidad que las instituciones retribuyan la cobertura que los medios les damos a todos sus actos, de una forma transparente, equitativa y racional.

Es de todos sabido que las instituciones públicas “sobornan” a los medios de comunicación con jugosos contratos publicitarios. Lógicamente, cuando un medio ha puesto la mano izquierda, la derecha sabe hasta donde puede escribir. Esta situación es un fraude para el ciudadano y un chantaje para los medios que no se arrodillan ante el poder. Si estas prebendas publicitarias a los medios afines se sustituyeran por facturas mercantiles por la cobertura de los actos, otorgadas a los medios que concurriesen a un concurso público, se ganaría en transparencia, justicia y calidad informativa.

La revolución tecnológica ha transformado los medios de comunicación, pero no es necesario que esta transformación consista en una mayor precariedad (si cabe). El ahorro que se deriva en la cercanía del medio al ciudadano debe redundar en el profesional de la información, que por su parte debe estar abierto a las nuevas tecnologías.

Para el ejercicio de la libertad de prensa y de expresión, tan necesaria para el desarrollo de otros derechos fundamentales del ciudadano, es necesario que los poderes públicos garanticen unas condiciones mínimas de salubridad laboral, sin las cuales la existencia de las mencionadas libertades no dejan de ser una ficción jurídica, para mayor lumbre de los políticos, que nos pelotean mientras nos degradan

1 comentario:

Anónimo dijo...

Los poderes públicos prefieren entretenerse y entretenernos con leyes-chorra para que no veamos los problemas verdaderamente graves.

¿Por qué no priorizan en legislar de manera eficaz y eficiente estos asuntos tan graves y se dejan de tanta tontería? Yo tengo mi teoría: CORTINAS DE HUMO.

Luna Urbana.

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